In vivo, el DNA está unido a proteínas y superenrollado. Por ello, cuando la HELICASA separa las hebras transmite tensión hacia las zona aledañas, los que se debe al giro que quitó.
Entonces, como las cuerdas trenzadas de un tendedero, las zonas con más tensión que la natural, comienzan a formar bucles que conducirían a anudamientos incompatibles con la vida.
Para evitar la acumulación de tensión, las DNA toposiomerasas debe romper la hebra, dejarla girar sobre la otra hasta aliviar la tensión y luego volverla a unir. Para que el DNA no se dañe, las toposiomerasas se une covalentemente a los extremos rotos y los sujetan, hasta que luego los reúnen.